dijous, 9 de setembre del 2010

Niña Felipa


Niña Felipa, con tu voz sofocaste tantos llantos
que no hay viento que no acaricie tu piel
ni hay flor que no envidie tu aroma
que no hay sol que no dore tu piel
ni agua en el mar que no roce tu boca.

Tú eres la luz y el aire,

eres mar y también viento
eres la tierra, que es madre
eres volcán, eres fuego.
Eres todo eso y más
mi madre, mi niña, mi cielo.

La sencillez de una flor
bien pudiera
esconder toda tu esencia,
como un espejo
cuyo interior reflejara, íntegro,
el perfil de una mujer
cautivadora.




dimarts, 7 de setembre del 2010

La princesa y el tiempo


Erase una vez una princesa que no quería llorar. Tenía el mar en la mirada, un mar profundo y oscuro. La belleza de la joven era inquietante, tanto como el propio océano. Los hombres temían penetrar en él, por miedo a naufragar.
Nuestra princesa estaba siempre sola. Su único amigo era el tiempo, que jamás la abandonaba. Ella, agradecida, bailaba para él.
Éste se había enamorado perdidamente de ella y la quería sólo para él. Era un amor imposible. Un día, la joven bailó para un marinero que no tenía miedo de perderse en el azul de sus ojos. El tiempo, ofuscado, convirtió a la princesa en una anciana. Ella lloró y lloró durante tanto tiempo que las gentes del lugar aseguran que sus lágrimas inundaron el reino, del cual sólo quedó un gran lago salado. Hay incluso quien asegura que en lo más profundo se hallan dos grandes perlas, los ojos de la princesa.


FIN