Niña Felipa, con tu voz sofocaste tantos llantos
que no hay viento que no acaricie tu piel
ni hay flor que no envidie tu aroma
que no hay sol que no dore tu piel
ni agua en el mar que no roce tu boca.
ni hay flor que no envidie tu aroma
que no hay sol que no dore tu piel
ni agua en el mar que no roce tu boca.
Tú eres la luz y el aire,
eres mar y también viento
eres la tierra, que es madre
eres volcán, eres fuego.
Eres todo eso y más
mi madre, mi niña, mi cielo.
La sencillez de una flor
bien pudiera
esconder toda tu esencia,
como un espejo
cuyo interior reflejara, íntegro,
el perfil de una mujer
cautivadora.