diumenge, 24 d’abril del 2011

Vereda de ensueño

Vereda de ensueño, limpio camino forrado con el alegre trino de las aves cantoras; tú que guias con paso lento, por los verdes campos, a caminantes anónimos. Manchas encarnadas iluminan tu rostro y yo, contemplando tu hermosura, no puedo evitar sentirme pequeño, insignificante. [...] Revoltosas mariposas aletean incesantes en torno a mí, en una danza sincronizada, mientras yo, anticuado baluarte de una sociedad ingrata, permanezco aquí, inmóvil, sintiendo cómo el peso de la edad debilita mis muros.
[...] Mi único sueño, contemplarte cada amanecer [...] Mi sólo deleite, mirar y saberte presente.
Te he visto reír y brotar esplendorosa [...] mecerte los vientos y arrullarte con leves susurros, hasta que el sueño, eterno rival de la vigilia, desciende en su carroza alada desde el cielo. [...] En las noches estrelladas sonoros conciertos de cigarras han relajado y relajan mi ánimo inquieto. [...] Y he escuchado tu lamento, gemido de dolor que el aire transporta veloz hasta mi puerta. [...]
No sabes cuánto deseo [...] decirte, de haber tenido el precioso don de la palabra [...] todo lo que siento y he sentido.